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El debate tartésico fenicio y las aportaciones de Tejada

Desde épocas muy antiguas las nociones acerca del mítico reino de Tarteso se han debatido entre la historia y la leyenda. De hecho, el debate tartésico-fenicio es uno de los más antiguos en la historiografía hispánica. Conocemos de la existencia de Tarteso principalmente a través de fuentes griegas tardías, sobre todo helenísticas, y romanas. Para entonces el nombre de Tarteso estaba ya indisolublemente ligado a hechos míticos y personajes mitológicos. Las noticias históricas eran confusas y contradictorias.

 

No es hasta el siglo XIX que comienza una escrutación minuciosa de esas fuentes históricas y un intento de asociarlas a una cultura material o a un lugar concreto. Se buscaba, entonces, una ciudad portentosa merecedora de ser capital de tan afamado y renombrado reino. El intento resultó infructuoso, pero abrió la vía a otros investigadores. Estos, renunciando a la búsqueda de aquella mítica ciudad, abordarían el problema de Tarteso desde otras perspectivas. Fundamentalmente buscarían refugio en las arqueológicas, poco usadas hasta mitad del siglo XX y aún escasas, dispersas y desiguales hoy.

libro schulten debate tartesico fenicio
Portada del libro sobre Tarteso de Adolf Schulten

Fenicios en Tarteso

A tenor de lo que nos contaban las fuentes escritas, se esperaba un mundo tartésico imbuido en influencias griegas. La realidad arqueológica de mitad del siglo XX lo que nos iba contando era una enorme influencia fenicia en el horizonte orientalizante del sur de la península ibérica. Y esos eran ya dos datos importantes para empezar a abordar desde otra perspectiva el debate tartésico-fenicio.

 

El primero que Tarteso formó parte de esa especie de globalización mediterránea a la que conocemos como orientalizante. Es decir, que estuvo en las rutas comerciales que dispersaron una serie de objetos y modos de hacer similares. Desde el próximo oriente hasta este confín del mundo que era la Península Ibérica, se perciben los mismos elementos en la misma época y en sociedades y culturas muy diferentes.

El segundo que fueron los fenicios quienes ejercieron de agentes exportadores de estas modas y estos modos, que fueron la correa de transmisión entre Tarteso y el resto del mediterráneo. Pero este hecho que la arqueología parece mostrarnos no solo aporta algunas certezas, también abre muchas cuestiones a las que el debate histórico intenta aún hoy encontrar respuestas.

 

Tomando Tejada la Vieja como ejemplo podríamos intentar responder algunas preguntas de este debate que tanto nos atrae.

ceramica tartesica
Vasos en el interior de un ánfora hallados en Tejada la Vieja | Huelva Arquelógica

Tejada la Vieja contextualizada en el sudoeste orientalizante.

¿El desarrollo en el sur tartésico de la península ibérica está necesariamente supeditado a un agente externo (griegos o fenicios) o tiene también raíces locales? ¿Puede hablarse de una cultura tartésica diferente de la fenicia? ¿Habría sido posible un desarrollo a gran escala sin la presencia fenicia? ¿Justifica la explotación de los recursos mineros un salto cultural tan importante como para marcar el inicio de una nueva cultura?

Peñalosa, un yacimiento del Bronce Final.

La cultura material, edilicia, de Tejada la Vieja es muy diferente de la de otro yacimiento cercano y probablemente conectado, el de Peñalosa. En Peñalosa encontramos cabañas circulares levemente excavadas en la tierra de las que solo nos han quedado los suelos. Los restos de cerámica a torno son muy escasos y, junto a las actividades agropecuarias, ya se practicaban actividades mineras, habida cuenta de la presencia de toberas. El poblado de Peñalosa se abandona en torno al s. IX a.n.e. En él no parece haber una influencia notoria ni de fenicios ni de otras gentes externas.

La transición hacia la Edad del Hierro

Aproximadamente un siglo más tarde, a escasos kilómetros de Peñalosa, encontramos edificios cuadrangulares, bases de mampuesto y muros de tapial. Un urbanismo ordenado, una potente muralla de más de un kilómetro de extensión y abundante cerámica a torno tanto de factura fenicia como de factura local. Parece evidente que la transformación material en un período de tiempo relativamente corto ha sido enorme. Si esa influencia en los modos de construir y fabricar cerámica se extiende o no a otros aspectos de la vida local es un asunto controvertido.

La transformación económica y social con la llegada de los fenicios

comercio fenicio

La minería estaba ya presente en estadios previos al período orientalizante como vemos en Peñalosa. No es por tanto la introducción de la práctica minera lo que transforma a esta sociedad. Más bien es su inclusión en los grandes circuitos de comercio a gran escala. En definitiva, la explotación de los recursos mineros a escala hasta entonces nunca vista.

 

El excedente económico que una explotación a gran escala y un comercio de amplio rango produce, debió permitir la creación de élites económicas y la consiguiente estratificación social. Esto propiciaría estructuras socioeconómicas de tipo estatal y jerárquico. Solo una transformación de gran magnitud que incluiría, además, una división y especialización del trabajo mucho más acusada que en épocas anteriores, puede justificar un salto tan importante. Y lo que es aún más llamativo, en apenas un siglo desde las humildes cabañas en mitad del campo hasta una ciudad amurallada y urbanizada.

 

 

Conclusiones del debate tartésico-fenicio

No podemos saber es si aquellas élites que propiciaron esta transformación social y económica eran locales y asimilaron los modos y formas de los fenicios. O si eran élites mixtas o puramente foráneas. Sea como fuere, el impacto de la llegada de gentes de otras partes del mediterráneo parece factor determinante. Y la inclusión, a través de ellos, del sudoeste de la península en las grandes rutas comerciales es lo que hace posible una transformación tan sustancial como la que vemos en Tejada la Vieja.

 

Dentro del debate tartésico-fenicio, puede que esta ciudad tenga una pista fundamental. Tejada la Vieja no fue un asentamiento opulento ni donde abunden los materiales exóticos. Y esto evidencia su carácter obrero. Es curioso hasta qué profundidad, hasta qué punto, incluso en ciudades como esta concebidas para el trabajo y no para el lujo, la llegada fenicia impacta en la cultura local dando lugar algo nuevo. A eso que llamamos Tarteso.

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